Farolito alumbra el camino

Farolito alumbra el camino

Hace 40 años, la abuelita Lupe trajo a casa la primera veladora Farolito. “¿Por qué has escogido esa veladora y no otra, abuelita?”, le pregunté. Me contestó: “¿Por qué he elegido Farolito?”, me contestó. “Porque quiero estar segura de que tu abuelito ve la luz que alumbra el camino”.

Esto sucedía en el hogar de mi infancia. El altar del Día de Muertos estaba dispuesto en el comedor: calaveritas de azúcar, pan de muerto y, en el centro, junto con otras imágenes de parientes, una gran fotografía de mi abuelito Matías, al que yo no conocí porque se murió cuando aún era muy joven.

Frente a su foto, la abuela Lupe colocó un platillo. “Lo que más le gustaba a tu abuelito”, me contó, “era el mole que yo le cocinaba. Cuando regrese, lo encontrará preparado. Y agua para beber, y flores de cempasúchil… Es muy importante que todo esté listo para que, al volver a casa después de un viaje tan largo, no eche nada de menos”.

 Yo sabía que la muerte era un lugar muy lejano al que se llegaba por un camino muy oscuro, un mundo extraño del que no era fácil regresar. En la foto, el abuelito Matías no tenía el aspecto que suelen tener los abuelitos: sonriente, sin una sola arruga, la mirada brillante… ¡Seguro que, si pudiera elegir, preferiría estar vivo!

De pronto, me asaltó la duda. “Abuelita, ¿y cómo va a saber el abuelito qué todo eso es para él? ¿Y si se despista y se pierde y no encuentra el camino a casa?”. La abuelita sonrió: “No te preocupes, para eso está Farolito”. Se puso muy seria mientras cogía Farolito con las dos manos: “Dentro de esta veladora se esconde la luz que conecta a los muertos con la vida que dejaron atrás, con quienes aún los recordamos”.

No entendía muy bien lo que la abuelita Lupe quería decir. Hace 40 años, Farolito era una novedad que empezaba a iluminar los hogares de México. Hoy está presente en nuestra vida cotidiana, es la veladora favorita en prácticamente todo el territorio mexicano. Pero cuando yo era una niña, me costaba ver la diferencia: a simple vista, Farolito parecía una vela más.

“¿De qué está hecha Farolito?”, le pregunté a la abuela. “De cera natural, la más blanca, la más pura, tanto como la luz que debe guiar a nuestros muertos desde el Más Allá. ¿Ves? Y esta es la mecha. Al prender la mecha de Farolito, la memoria se hace llama. Eres tú con tu recuerdo y tu cariño quien señala el camino de vuelta a nuestros seres queridos”.

La abuelita Lupe recogió un ascua del hogar y, con mucho cuidado, me la acercó. “Hazlo brillar”, me dijo suavemente. Recuerdo que la mano me temblaba al prender la mecha de Farolito. Tras el chisporroteo, vino la llama, y, con ella, una luz muy limpia que bailaba sobre las fotos e iluminaba la sonrisa de mi abuelito.

Al contemplar el brillo de Farolito, entendí lo que la abuela me explicaba: sólo la cera más pura puede encender la pura luz del recuerdo. Me quedé un rato contemplando cómo ardía la mecha de Farolito. “Pero cuando la luz se apague…”. “Entonces al abuelito Matías le habrá llegado el momento de volver. Pero mientras la luz de Farolito se mantenga encendida, su recuerdo seguirá entre nosotros. Y cada vez que hagas brillar a Farolito, el abuelito sabrá cómo regresar”.

Hoy, 40 años después, la abuelita Lupe ya no está entre nosotros. Su foto y la del abuelito Matías presiden juntas nuestro altar en el Día de Muertos. Las calaveritas, el mole, el agua, las flores… Y la luz de Farolito alumbrando el camino.

Cuando el otro día mi hija pequeña me preguntó: “¿Y la abuela? ¿Podrá ver la luz de Farolito desde tan lejos?”. “Claro, hija”, le contesté, “sólo tienes que hacerla brillar”.

 

Profina y el Día de Internacional de la Mujer

Profina y el Día de Internacional de la Mujer

El Día Internacional de la Mujer es una oportunidad no solo para honrar a las mujeres, sino también para reflexionar sobre las desigualdades de género que aún existen en nuestra sociedad y tomar medidas para abordarlas.

Somos fabricantes de velas y veladoras, y no sólo contamos con mujeres en nuestros equipos de trabajo, también sabemos que la gran mayoría de nuestros clientes son mujeres. A ellas les debemos también lo que somos y por eso debemos comprometernos a trabajar juntos para lograr avances en la discriminación por género.

Sabemos que estos días se prenden muchas velas y veladoras en los altares para homenajear a esas mujeres que han luchado durante mucho tiempo por la igualdad de derechos y oportunidades en todos los ámbitos de la vida.

Reconocer y valorar el papel de las mujeres en la sociedad mexicana es un deber que también debe preocupar a las empresas. Las mujeres han contribuido significativamente al desarrollo y la cultura de México a lo largo de la historia y continúan haciéndolo en la actualidad.

Aunque se han logrado avances importantes en áreas como la educación y el empleo, todavía hay desafíos pendientes como la violencia de género y la brecha salarial.

Si visitas nuestras redes sociales Facebook o Instagram podrás comprobar que a menudo nos fijamos en mujeres referentes de muchos sectores. Es nuestro pequeño homenaje, una forma de visibilizar y apoyar su talento.

Debemos asegurar un futuro más justo y equitativo para todos y todas y en Profina seguiremos ese camino.