Enciende tu Farolito y haz crecer el árbol de luz en el Día de los Muertos

Enciende tu Farolito y haz crecer el árbol de luz en el Día de los Muertos

El Día de Muertos no es solo una celebración de la muerte, sino también un homenaje a la vida y la memoria. Esta tradición, una de las más emblemáticas de México, se celebra principalmente el 1 y 2 de noviembre, y tiene profundas raíces en la cultura prehispánica, que rendía tributo a los difuntos mediante rituales dedicados tanto a la muerte como al renacimiento.

El eje central del Día de Muertos es la creencia de que las almas de los difuntos regresan al mundo de los vivos para convivir con sus familiares durante esos días especiales. Para recibirlas, las familias mexicanas preparan altares u ofrendas que están adornadas con fotos de los difuntos, comida, flores de cempasúchil, papel picado y, especialmente, velas. Cada elemento del altar tiene un simbolismo profundo:

  • Las calaveritas de azúcar representan a la muerte siempre presente.
  • El pan de muerto alude a la eucaristía y la fraternidad.
  • El agua calma la sed de las almas tras su largo viaje.
  • Las veladoras guían a los espíritus con su luz en su camino de regreso al mundo de los vivos.

Como acabas de leer, las velas ocupan un lugar especial en el altar de Día de Muertos. Además de simbolizar el elemento fuego, se cree que iluminan el camino para que las almas de los difuntos puedan regresar a sus hogares y reunirse con sus seres queridos. El número de velas en el altar depende de las almas que se desean recibir; en algunas comunidades indígenas, cada vela representa un difunto en particular. Además, las velas se encienden en fechas específicas que coinciden con el montaje del altar:

  • 27 de octubre: Día para recordar a las mascotas.
  • 28 de octubre: Se prenden para las personas que murieron de manera trágica o violenta.
  • 29 de octubre: Para las almas del purgatorio.
  • 30 de octubre: Para las almas olvidadas.
  • 31 de octubre: Para los niños difuntos.
  • 1 de noviembre: Día de todos los Santos.
  • 2 de noviembre: Día de los fieles difuntos.

El simbolismo no termina ahí. Algunas personas colocan velas moradas dispuestas en forma de cruz, las cuales representan el duelo y la purificación del alma. Además de ser guías espirituales, su llama representa la esperanza y la fe, mientras que el humo que se eleva al cielo simboliza la conexión entre el mundo terrenal y el espiritual. En muchas comunidades, se cree que las almas pueden comunicarse con sus familiares a través de la llama, lo que convierte el encendido de una vela en un acto íntimo y cargado de significado. El altar de muertos es una expresión tangible del amor y la conexión entre los vivos y los muertos. Las velas, simbolizan la luz que mantiene viva esa relación entre ambos mundos, ofreciendo consuelo y esperanza a quienes recuerdan a sus seres queridos en estas fechas. La luz de las velas, no solo guía a las almas, sino que también expresa la esperanza de un futuro reencuentro, manteniendo viva la memoria de los que se han ido.

Farolito alumbra el camino

Farolito alumbra el camino

Hace 40 años, la abuelita Lupe trajo a casa la primera veladora Farolito. “¿Por qué has escogido esa veladora y no otra, abuelita?”, le pregunté. Me contestó: “¿Por qué he elegido Farolito?”, me contestó. “Porque quiero estar segura de que tu abuelito ve la luz que alumbra el camino”.

Esto sucedía en el hogar de mi infancia. El altar del Día de Muertos estaba dispuesto en el comedor: calaveritas de azúcar, pan de muerto y, en el centro, junto con otras imágenes de parientes, una gran fotografía de mi abuelito Matías, al que yo no conocí porque se murió cuando aún era muy joven.

Frente a su foto, la abuela Lupe colocó un platillo. “Lo que más le gustaba a tu abuelito”, me contó, “era el mole que yo le cocinaba. Cuando regrese, lo encontrará preparado. Y agua para beber, y flores de cempasúchil… Es muy importante que todo esté listo para que, al volver a casa después de un viaje tan largo, no eche nada de menos”.

 Yo sabía que la muerte era un lugar muy lejano al que se llegaba por un camino muy oscuro, un mundo extraño del que no era fácil regresar. En la foto, el abuelito Matías no tenía el aspecto que suelen tener los abuelitos: sonriente, sin una sola arruga, la mirada brillante… ¡Seguro que, si pudiera elegir, preferiría estar vivo!

De pronto, me asaltó la duda. “Abuelita, ¿y cómo va a saber el abuelito qué todo eso es para él? ¿Y si se despista y se pierde y no encuentra el camino a casa?”. La abuelita sonrió: “No te preocupes, para eso está Farolito”. Se puso muy seria mientras cogía Farolito con las dos manos: “Dentro de esta veladora se esconde la luz que conecta a los muertos con la vida que dejaron atrás, con quienes aún los recordamos”.

No entendía muy bien lo que la abuelita Lupe quería decir. Hace 40 años, Farolito era una novedad que empezaba a iluminar los hogares de México. Hoy está presente en nuestra vida cotidiana, es la veladora favorita en prácticamente todo el territorio mexicano. Pero cuando yo era una niña, me costaba ver la diferencia: a simple vista, Farolito parecía una vela más.

“¿De qué está hecha Farolito?”, le pregunté a la abuela. “De cera natural, la más blanca, la más pura, tanto como la luz que debe guiar a nuestros muertos desde el Más Allá. ¿Ves? Y esta es la mecha. Al prender la mecha de Farolito, la memoria se hace llama. Eres tú con tu recuerdo y tu cariño quien señala el camino de vuelta a nuestros seres queridos”.

La abuelita Lupe recogió un ascua del hogar y, con mucho cuidado, me la acercó. “Hazlo brillar”, me dijo suavemente. Recuerdo que la mano me temblaba al prender la mecha de Farolito. Tras el chisporroteo, vino la llama, y, con ella, una luz muy limpia que bailaba sobre las fotos e iluminaba la sonrisa de mi abuelito.

Al contemplar el brillo de Farolito, entendí lo que la abuela me explicaba: sólo la cera más pura puede encender la pura luz del recuerdo. Me quedé un rato contemplando cómo ardía la mecha de Farolito. “Pero cuando la luz se apague…”. “Entonces al abuelito Matías le habrá llegado el momento de volver. Pero mientras la luz de Farolito se mantenga encendida, su recuerdo seguirá entre nosotros. Y cada vez que hagas brillar a Farolito, el abuelito sabrá cómo regresar”.

Hoy, 40 años después, la abuelita Lupe ya no está entre nosotros. Su foto y la del abuelito Matías presiden juntas nuestro altar en el Día de Muertos. Las calaveritas, el mole, el agua, las flores… Y la luz de Farolito alumbrando el camino.

Cuando el otro día mi hija pequeña me preguntó: “¿Y la abuela? ¿Podrá ver la luz de Farolito desde tan lejos?”. “Claro, hija”, le contesté, “sólo tienes que hacerla brillar”.

 

Profina y el Día de Internacional de la Mujer

Profina y el Día de Internacional de la Mujer

El Día Internacional de la Mujer es una oportunidad no solo para honrar a las mujeres, sino también para reflexionar sobre las desigualdades de género que aún existen en nuestra sociedad y tomar medidas para abordarlas.

Somos fabricantes de velas y veladoras, y no sólo contamos con mujeres en nuestros equipos de trabajo, también sabemos que la gran mayoría de nuestros clientes son mujeres. A ellas les debemos también lo que somos y por eso debemos comprometernos a trabajar juntos para lograr avances en la discriminación por género.

Sabemos que estos días se prenden muchas velas y veladoras en los altares para homenajear a esas mujeres que han luchado durante mucho tiempo por la igualdad de derechos y oportunidades en todos los ámbitos de la vida.

Reconocer y valorar el papel de las mujeres en la sociedad mexicana es un deber que también debe preocupar a las empresas. Las mujeres han contribuido significativamente al desarrollo y la cultura de México a lo largo de la historia y continúan haciéndolo en la actualidad.

Aunque se han logrado avances importantes en áreas como la educación y el empleo, todavía hay desafíos pendientes como la violencia de género y la brecha salarial.

Si visitas nuestras redes sociales Facebook o Instagram podrás comprobar que a menudo nos fijamos en mujeres referentes de muchos sectores. Es nuestro pequeño homenaje, una forma de visibilizar y apoyar su talento.

Debemos asegurar un futuro más justo y equitativo para todos y todas y en Profina seguiremos ese camino.

Veladoras para volver a casa

Veladoras para volver a casa

La luz de Profina es el vínculo entre dos mundos. Cuando la enciendes, estableces conexión con aquellos que se han ido. Te mantiene unido a tus recuerdos. Y a ellos contigo.

Tus seres queridos y tú os identificáis con la luz de Profina: entre todas las luces que iluminan el Día de Muertos, hay una que ambos sois capaces de reconocer.

Una luz que se distingue entre todas las demás, los vivos y los muertos. Es la luz que siempre nos ha guiado, la luz en la que confían a un lado y a otro.

Esa luz es la de Profina.